Howard Hughes: 35 años sin el gran casanova de Hollywood


Noticia vía Fotogramas.es

El 5 de abril de 1976, durante un vuelo que le trasladaba de México a un hospital de Houston, falleció, a los 70 años, Howard Hughes. El que fue uno de los grandes productores y casanovas de Hollywood murió loco, con un aspecto irreconocible (con cabello, barba y uñas larguísimos, y pesando poco más de 40 kilos para su 193 de altura) tras unos últimos años de reclusión voluntaria en diferentes hoteles.

Hughes, que había nacido en Humble (Texas) el 24 de septiembre de 1905 en una familia rica gracias al petróleo, tuvo varias pasiones en su vida.

Una fue la aviación: dirigió su propia compañía aérea (Hughes Aircraft), adquirió la TWA, diseñó aeronaves como el Hércules, batió récords… y sufrió un grave accidente en 1946 que casi acabó con su vida y que le dejó secuelas hasta el fin de sus días.

Otra de sus pasiones fueron las mujeres: estuvo casado dos veces (con Ella Rice y con Jean Peters), y por su cama pasaron, entre otras, Ava Gardner, Katharine Hepburn, Bette Davis, Rita Hayworth, Cyd Charisse, Olivia de Havilland, Lana Turner, Jane Greer, Jean Harlow, Yvonne De Carlo, Susan Hayward, Gene Tierney o Ginger Rogers.

Y su tercera pasión, relacionada con todas las estrellas citadas, fue el cine. Dirigió dos películas, “Ángeles del infierno” (1930) y “The Outlaw” (1943), en la que descubrió a la exuberante Jane Russell, para la que incluso diseñó unos sujetadores especiales. Como productor, estuvo tras films como “Scarface, el terror del hampa” (1932), “Infierno en las nubes” (1951), “Perseguida” (1953), “Corea, hora cero” (1952) o “El conquistador de Mongolia” (1956), en muchas ocasiones tras el sello de la RKO, que presidió entre 1948 y 1955.

Martin Scorsese convirtió a Leonardo DiCaprio en Hughes para narrar su vida en “El Aviador” (2004), y Richard Gere fue, en “La Gran Estafa” (2006), Clifford Irving, un periodista que en los años 70 publicó una entrevista exclusiva (que resultó ser inventada) con el productor, que ya entonces vivía recluido y enfermo, enganchado a la codeína y alejado del mundanal ruido.

Un final de serie B para una vida de serie A.

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