Crítica de "Cyrus", con Jonah Hill y su complejo de Edipo XXL

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Escrito por Ángel Castillo Marcos
Si le mencionas a alguien el nombre de Jonah Hill seguramente a poca gente le va a sonar de algo, pero si el nombras al gordo de "Supersalidos" en seguida va a saber de quién estás hablando y le podrá cara enseguida. Esto suele pasar cuando reconocen al actor gracioso y marginal pero no lo suficientemente importante como para tener que recordar su nombre. Vale, pues si habéis visto la portada de la película y veis a Jonah Hill en "Cyrus" probablemente os vayáis a equivocar juzgándolo antes de tiempo.

En la película tenemos (tranquilos que no va a ver ningún spoiler) a un John C. Reilly totalmente amargado y destruido porque su mujer lo dejó en su día y para colmo tiene que aguantar que vuelva a casarse, lo que lo hunde más en la miseria. Por azar de la vida, John (John C. Reilly) ve un rayito de luz conociendo en una fiesta a la guapa y encantadora Molly (Marisa Tomei). Todo parece fantástico y maravilloso hasta que entra en escena Cyrus (Jonah Hill).

Es una comedia oscura e imaginativa en la que entran en escena dos trenes a punto de chocar en forma de duelo cómico entre John C. Reilly y Jonah Hill, mostrando al descubierto los sentimientos más reales como la envidia, el resentimiento, la desesperación, los anhelos y dolor del rechazo visto desde varios puntos de vista, lo que da mucho juego.


Me parece que a partir de ahora cuando os nombren a Jonah Hill lo recordaréis más por "Cyrus" que por "Supersalidos" y se ganará vuestro respeto como actor. Por lo menos fue lo que me pasó a mi, que hubo un antes y un después de la película. Actores como John C. Reilly, al que sigo desde "Boogie Nights" (1997) y Marisa Tomei desde "Four Rooms" (1995), hace tiempo que llamaron mi antención y por supuesto ya no tienen nada que demostrar.

Le doy un 7/10.




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