Roland Emmerich insinúa que William Shakespeare fue un fraude

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Esta historia va a escocer como nunca al imperio británico insinuando de William Shakespeare, el mayor icono literario de su cultura, es un fraude. ¿Os imagináis si insinuases cosa parecida de Cervantes?

La trata se fundamenta en la teoría Marlowe. En 2007, concretamente el 8 de Septiembre la élite teatral británica como Derek Jacobi o Vanessa Redgrave se han apuntado a esa corriente de escepticismo. El director Mark Rylance sostiene sin miramientos que la creación de Hamlet, Otelo o Macbeth fue producto de una "cábala literaria" de la que formaba parte sir Francis Bacon. Antes que ellos, otras figuras de renombre como Mark Twain, Henry James o Sigmund Freud mostraron parecidos prejuicios culturales apoyándose en un cierto esnobismo y en unos engaños más que precarios en opinión del escritor estadounidense James Shapiro, que ha desmontado todas estas teorías en su libroContested Will: who wrote Shakespeare?

El personaje histórico, William Shaxper (o Shaxberd), que había abandonado Stratford y a su familia para buscarse la vida en Londres, obtuvo en 1593/ 1594, de forma nunca explicada, parte de la propiedad de una compañía de actores. En pocos años dicha compañía hizo famosas una serie de obras, algunas anónimas, cuya autoría se le adjudicó mucho después.

Shaxper se hizo millonario como empresario de la compañía. Pasados unos años se retiró a su Stratford natal, se compró una gran casa y se dedicó al comercio de granos. A su muerte en 1616 un elaboradísimo testamento puso de manifiesto que no tenía un solo libro. Esto, unido al hecho de que no se le conoce formación académica alguna y al curioso dato de que sus hijas crecieron analfabetas, llevó a intelectuales como Mark Twain, Charles Dickens y Sigmund Freud, entre otros, a sospechar que en la autoría de Shaxper había gato encerrado.

La falta de pruebas, sin embargo, ha permitido a los Stratfordianos atrincherarse detrás de su hombre durante más de cuatro siglos. El llamado Primer Folio, un volumen publicado en 1623 que contiene varias de las obras de teatro más importantes de los últimos dos milenios, indica claramente que el autor es William Shakespeare. Sin embargo, de las treinta y seis obras que contiene el Primer Folio,sólo dieciséis habían sido publicadas con anterioridad y, de las dieciséis, sólo nueve obras llevaban el nombre del presunto autor.

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Por otra parte, dicho nombre aparecía algunas veces como Shake-spear, lo cual sugiere un alias tras el que se escondería un autor que, blandiendo la lanza de Pallas Atenea (the Spear-shaker), se disponía a denunciar a los estamentos políticos y religiosos de su tiempo. El dramaturgo que estaba blandiendo lanzas en los escenarios ingleses en 1592/ 3 era Christopher Marlowe, autor de dos obras subversivas: Eduardo II y Dr Faustus. Marlowe,tan sólo dos meses mayor que William Shaxper, era ya famoso por siete obras de teatro cuando se le dio por muerto en 1593, antes de cumplir los treinta años; en cambio no se ha encontrado ninguna obra atribuida a Shakespeare anterior a 1594 .

Durante cuatro siglos decenas de investigadores han estudiado las posibilidades de una lista de candidatos a la autoría. A comienzos del siglo XX, dos nombres lograron situarse en paralelo en la pole el Conde de Oxford y Francis Bacon. Sendas Sociedades desarrollan una actividad encomiable para demostrar que su hombre era Shake-spear; a pesar de su dedicación aún no lo han logrado. Además, el Oxford Book of Sixteenth Century Verse contiene poesías de casi todos los candidatos, incluidos Bacon y Oxford. Incluso si no hubieran querido firmar una vulgar obra de teatro, cualquiera de ellos se habría sentido orgulloso de reclamar la autoría de los 154 Sonetos, así como de los poemas largos atribuidos a Shakespeare. ¿Por qué necesitaba un alias el autor de los Sonetos?

Los defensores del Conde de Oxford se empeñan en ignorar lo siguiente:
a) Que existe una abrumadora evidencia de que varias de las obras, notablemente La Tempestad, son posteriores a su muerte en 1604.
b) Que en Enrique V se omite la presencia histórica de un Conde de Oxford en la batalla de Agincourt.
c) Que la obra Bueno es lo que bien acaba (All´s Well that Ends Well) es, reconocidamente, una denuncia del comportamiento de Oxford con su mujer, Anne Cecil. La idea de que Oxford-Shakespeare pudiera describirse a sí mismo como el fatuo protagonista Bertram de Rousillon es aberrante. No sólo es que Oxford no era Shakespeare, sino que parece que Shakespeare era enemigo de Oxford o, al menos, era amigo de sus enemigos.

En cuanto a Francis Bacon, una pregunta sería por qué, en 1623, con su carrera política arruinada y, por tanto, sin nada que perder, este hombre permitió que las que hubieran sido sus mejores obras se publicaran bajo el nombre de otra persona. Asignando la autoría a William Shakespeare, el Primer Folio dejó sin gloria – ni beneficios económicos- a cualquier otro candidato, y a Sir Francis le interesaba el dinero incluso más que la gloria.


En el siglo XIX sus escritos filosóficos y científicos produjeron admiración; hoy sabemos que no descubrió nada importante. Salvo los Ensayos y la inacabada New Atlantis,donde manifiesta una misoginia incompatible con las heroínas shakesperianas, el resto de sus obras yacen olvidadas. Sus seguidores, sin embargo, no se arredran: sir Francis no es solo el autor de las obras de Shakespeare y Spencer, sino posiblemente de los Ensayos de Montaigne e incluso del Quijote.

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