"La carretera" ("The road"), un merecido infierno gris

Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter @acastillomarcos
El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
Una imagen vale más que mil palabras. La condición humana a veces nos sorprende de una manera sobrecogedora, tanto para bien como para mal. Cormac McCarthy, un escritor de narrativa escueta, pero no por ello carente de recursos Auténtico maestro de la sugestión, sorprende ver cómo consigue contar tanto con tan poco, siendo especialmente hábil para crear de la nada imágenes claras, potentes y con infinitas lecturas diferentes. Es por ello que el encargado de llevar a la gran pantalla alguna de sus obras se halla ante un reto colosal... y muy seguramente ante un escollo insalvable. Un desafío sólo apto para los más valientes (como lo son dos inseparables hermanos de Minnesota, por ejemplo), aunque tampoco sería la primera vez que un director apenas conocido por el gran público y proveniente de las antípodas nos conquistara adaptando literatura de alto nivel.

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Podría chocar el que el texto de ‘La carretera’ (ganador ni más ni menos que del Premio Pulitzer en el año 2007) haya recaído en el desconocido John Hillcoat. Pero todo empieza a esclarecerse viendo su ópera prima. Con ‘La propuesta’, irregular pero interesante y personalísimo western australiano, el cineasta nacido en Queensland ofrecía una visión desgarrada sobre los orígenes de su querida patria. Acercándose al Congo belga retratado por Joseph Conrad, situaba al espectador en un panorama desolador y brutal. Las -áridas- tinieblas estaban allí donde las ambiciones adoctrinadoras occidentales no habían podido llegar, o directamente donde sólo habían sido capaces de legar lo peor de sí mismas.

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Un paso más allá encontramos el relato de McCarthy, donde se sitúa el infierno en un paisaje post-apocalíptico. La escasa -por no decir inexistente- información sobre el cataclismo sirve no sólo para reflejar el temor y la incertidumbre del hombre contemporáneo hacia el futuro, sino también para darle absoluta importancia a la situación “presente”. Un desierto interminable de cenizas donde la vida ha perdido cualquier sustento, donde la muerte no es el peor de los destinos, donde la carrera por la supervivencia ha conseguido que la razón, la piedad y la solidaridad sean sólo pálidos recuerdos de un pasado todavía cercano, pero ya con carácter de viejo cuento de hadas. Todo este horror está plasmado a la perfección en la novela de McCarthy, y lo mismo puede decirse de su versión cinematográfica, en la que se resaltan las pinceladas de fantástico, terror, western y -cómo no- road movie. En efecto, el mejor cumplido al que podía aspirar el filme era el de hacer justicia a la excelente base literaria... y a fe que lo ha conseguido.
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Valoración: 7,5 /10.

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