"Caballo de batalla" ("War horse") - Crítica

Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter: acastillomarcos

Con "Caballo de Batalla" Spielberg mantiene su idilio con el cine bélico. Si bien últimamente se dedicaba casi en exclusiva a la Segunda Guerra Mundial, esta vez le toca el turno a la primera. El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del Imperio austro-húngaro, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, fue el detonante inmediato de esta guerra. El como acaba, ya se sabe. Capítulo aparte para analizar son las condiciones que fueron exigidas al vencido, ya que por el orgullo herido y la humillación posterior, pudo provocar la chispa que diese pie a la segunda parte del conflicto.

Visto desde la perspectiva de nuestra época se percibe como un conflicto tejido casi de manera artesanal. Aunque los vehículos a motor empezaban a cobrar importancia, todavía se seguía usando al caballo como compañero de batalla por excelencia, entrenado para la causa y resignado a su destino. Tocaba acostumbrarse a las nuevas máquinas de guerra que escupían fuego a la vez que los ejecutores blasfemaban un batiburrillo de idiomas apenas inaudible. Todavía no se percibía el olor a napalm por la mañana y aún podías mirar a la cara al enemigo mientras le hacías comer metralla.

En un pueblo inglés y ajeno a este mundo que estaba a punto marcar un muesca en la historia, Albert Narracott (Jeremy Irvine) , hijo del granjero Ted (Peter Mullan) se hace cargo del entrenamiento de un caballo al que vio nacer y que su padre compró por no ver pisado su orgullo ante el cacique del pueblo. Los graves problemas económicos y el estallido de la guerra desencadenan la venta del animal como vía de salvación de la familia. Poco después Albert se enrola, huyendo de su pueblo y su padre, esperando regresar el día en que vuelvan a sonar las campanas acompañado de su amigo.

Si bien el factor humano es guillotinado a nivel interpretativo, Spielberg consigue sumar al reparto nuevos talentos, los caballos de batalla y en especial al protagonista de la historia al que dota de humanidad, como demuestra con su compañero azabache. La espectacular fotografía, que es lo más destacable de la película, embelesan al espectador como si viesen un cuadro mientras le narran al oído la increíble historia que esconde bajo cada pincelada.

En la última parte del filme la cosa decae. Exhausto de tanta guerra, se pretende finiquitar la historia en pocos minutos, cosa que te devuelve a la realidad de que aunque correcta, la historia podría haber sido redonda si no hubiese sido narrada como un cuento y le delatase tanto la intención de agradar todos los espectadores.

Valoración 6/10.

Comentarios