"GRUPO 7" - Crítica

Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter: acastillomarcos

El cine español llevaba tiempo necesitando un film policiaco de nivel, que no aspire a ser una mala copia del cine yanki, más estético y espectacular a la vez que vacío y sin alma. Se sabe que la guerra diaria que libra la policía anti droga no es un camino bonito y gratificante. No hay héroes, honores ni agradecimientos. La lucha en la calle es otra cosa. Alberto Rodríguez lo ha conseguido plasmar a la perfección. Tenía claro la clase de proyecto que quería hacer y como lo quería conseguir.

Sevilla, 1987. Quedan cinco años para la Exposición Universal de 1992, todas las miradas convergen hacia la capital de Andalucía. Puesta a examen, mirada con lupa, carrera contra el reloj que corre demasiado rápido para todas las cosas que quedan por hacer. Hay que limpiar la ciudad de escoria y de droga. Se tienen que tomar medidas drásticas. No importa que te desvíes del camino. Miraremos para otro lado siempre y cuando haya resultados.

El grupo 7 es una patrulla formada por Rafael (Antonio de la Torre), que está curtido en mil batallas, de mecha corta y perro viejo, Ángel (Mario Casas), alma inocente que aspira a ser inspector, Miguel (José Manuel Poga), visceral y aprensivo a cualquier tipo de contagio por la gente con la que trata en el día a día y Mateo (Joaquín Nuñez), un tipo alegre tanto de mente como de espíritu, todo un personaje que suple su falta de físico como otras aptitudes.

No usan métodos precisamente ortodoxos en su lucha contra la droga, pero es que no hay otros que valgan. Se mueven en un mundo agresivo, violento, repulsivo, obsceno y mentiroso. Las cunetas están llenas de buenas personas que se dejaron llevar. Se siente la "suciedad" del trabajo y te muestran lo que implica una redada, un cacheo, un careo, una confesión y ganarte un confidente, un soplón.

Una pelea entre un policía y un yonki de verdad es como describe el propio Jose Manuél Poga, "no se pelean de una manera coreografiada como en el cine americano. Se pelean de una forma muy guarra dándose guantazos y patadas arrasando con todo lo que se ponga por delante".

Los ambientes marginales están magistralmente descritos, la gente, la jerga, esa Sevilla luminosa, imperfecta y decadente de los bajos fondos, rincones de trapicheo y prostitución y en especial el personaje de Canela y Joaquín son para quitarse el sombrero. Otra grata sorpresa son los escuderos de los actores principales Antonio de la Torre y Mario Casas. Me refiero a Jose Manuel Poga y Joaquín Nuñez, que le han robado más de una escena a los peces grandes y suenan a actor revelación en la próxima gala de los Goya. Se ha demostrado que en España hay talento de sobra. Hacen falta buenas historias y gente que se atreva a correr los riesgos necesarios para llevarlas a cabo.

Le doy un 8,5/10.

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