El caballero oscuro: La leyenda renace - Nolan lo ha vuelto a conseguir

Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter: acastillomarcos

Desde que irrumpiera Christopher Nolan en el mundo del cine de super héroes, ha habido claramente un antes y un después. Este tipo de cine, antes relegado a una subcategoría dentro del cine de acción, ahora se ve justamente reconocido gracias a los esfuerzos de un director que creyó en que además de reiniciar una saga, se podía reinventar el género, aportándole un nivel de calidad antes desconocido. Se puede decir casi sin miedo a equivocarse, que Nolan juega en una liga diferente al resto y que ha impuesto una normas del juego que los demás directores no van a tener más remedio que continuar, porque ha marcado el camino a seguir en el cine durante los próximos años.

"El caballero oscuro: La leyenda renace" nos transporta a ocho años después de que Batman desapareciera en la oscuridad, convirtiéndose, en ese instante, de héroe en fugitivo. Al asumir la culpa por la muerte de D.A. Harvey Dent, el Caballero Oscuro lo sacrificó todo por lo que considera, al igual que el Comisario Gordon, un bien mayor. La mentira funciona durante un tiempo, pero la aparición de la gata y la entrada en escena de Bane lo cambia todo y vuelve a poner su mundo patas arriba.

Tratada como cine serio y comprometido, dando prioridad a la trama que quiere contar, antes que a la espectacularidad de los fuegos de artificio, dotó a la historia del alter ego de Bruce Wayne de una cierta oscuridad y de sufriento, tan doloroso como necesario a la hora de vislumbrar la humanidad del hombre tras la máscara. Representa la evolución en la vida de un niño que tras la mayor tragedia de su vida, se refugia tras el traje negro, que le sirve como válvula de escape ante la dura realidad y con el objetivo final de la redención.

El coro de personajes que rodean la historia va apareciendo en la película de manera progresiva y sin hacer ruido ni estridencias. A los actores de renombre ya habituales de las anteriores entregas como Michael Caine, Gary Oldman o Morgan Freeman, mitos del cine y sinónimo de la excelencia interpretativa, se le ha sumado la sangre nueva de un grupo de actores de gran calidad, que están tomando con paso firme el relevo generacional de la vieja guardia. Estoy hablando de Christian Bale, Tom Hardy, Anne Hathaway, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard y Juno Temple. Actores que en la mayoría de los casos llevan haciendo cine desde que eran niños.

El casting, que no estuvo exento de polémica, ha resultado ser todo un éxito por varias razones: Tom Hardy, ha logrado con la dificultad añadida de no poder expresar más que con su mirada, colocar a Bane a un nivel por lo menos similar al Joker del malogrado Heath Ledger. La fuerza que transmite, el carisma y la voz que sale a través de su mascarilla de metal,  le hacen merecedor de un puesto de honor como villano. Por otro lado, Anne Hathaway ha sido un descubrimiento como Catwoman. Menos caracterizada que ninguna y con más profundidad interpretativa que todas las anteriores, se mueve como pez en el agua por las oscuras calles de Gotham. Hay que destacar también a Joseph Gordon-Levitt y Marion Cotillard que no hacen sino sumar más calidad a la trama. Por supuesto Christian Bale hace un gran trabajo, al igual que en las dos entregas anteriores, pero destacaría como muestra el desgaste psicológico de Bruce Wayne y si tengo que elegir, me quedaría con la escena de la cárcel.

La banda sonora peca de falta de originalidad pero sigue siendo de gran calidad y la batuta de Hans Zimmer se nota. El vestuario y la fotografía mantienen el nivel de las anteriores entregas y los efectos especiales han sido ejecutados de manera más práctica que espectacular para que sirvieran a la historia y no al contrario.

La trama está estructurada de forma similar a la primera entrega de la saga, haciendo hincapié en la lucha contra los demonios personales de Wayne y el dilema moral de cómo hacerles frente. No se abusa de las apariciones del hombre murciérlago, que están muy bien gestionadas y con razón más que justificada en cada escena. Los tiempos son correctos y no se hacen pesadas las cerca de dos horas y media de metraje. La película está bien rematada y tiene un final adecuado para culminar la saga.

Nolan ha vuelto a conseguirlo y es una lástima que la trilogía acabe aquí pero era lo que tenía planeado desde un principio, así que no me queda otra que darle las gracias por un trabajo impecable y sobresaliente.

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