Review Anatomía de Grey 9x03 - Cura de humildad

Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter: acastillomarcos

Esta temporada ha ganado en dinamismo y en ritmo. Te mantienen todo el capítulo atento y pendiente a cualquier cosa que pueda pasar o que pasó en el transcurso de los tres meses desde el accidente al tiempo actual. Ahora mismo estamos haciendo un puzzle de muchas piezas y aún estamos juntando las esquinas. Es muy interesante también que la acción transcurra en dos escenarios simultáneos, aunque Cristina esté "aislada" del resto del grupo.

Encontramos un capítulo bastante completo y con un trasfondo emocional muy grande. Los tres frentes abiertos siguen ahí, evolucionando de diferentes maneras. Por un lado Torres sigue viviendo su martirio particular con una desconocida Arizona, cegada todavía por la rabia dirigida hacia Callie sin analizar fríamente la situación que llevó a tener que amputarle la pierna. Shepherd sigue intentando combatir sus demonios personales o mejor dicho sus temores internos. Sin sus "manos mágicas" a pleno rendimiento su rol de estrella puede cambiar, y en ese caso, se va a tener que reciclar para seguir ejerciendo de médico. El caso de Cristina es muy particular por varios motivos: por un lado está aislada de sus compañeros todos estos años y de su pareja. Por otro lado, ha ido a parar con un hospital en que los egos personales no van a ninguna parte. Incluso las estrellas del rock tiene que saber conjuntarse con el resto de la banda. Yang aprenderá por las buenas o por las malas la lección e incluso se llevará alguna que otra sorpresa.



Mientras el espectador está yendo y viniendo de una historia a otra del grupo de supervivientes del accidente surge cono nexo de unión la difícil decisión de aceptar una jugosa indemnización por el accidente o que el proceso siga adelante. Como Mark y Lexie no están, los representan Torres y Meredith respectivamente. Todos tienen razones más que suficientes para aceptar el dinero y para rechazarlo. Tienen tres días para dar una respuesta.

Entre tanto, todos se quedan boquiabiertos por el regreso de April Kepner, sobre todo Avery que se queda un poco a cuadros con la situación y más aún con el discurso religioso-pop que se monta Kepner para negar lo inevitable. Es lo que llamamos de toda la vida "tensión sexual no resuelta". Entre medio del fuego cruzado sentimientos y de idas y venidas de los internos y un microondas decorado a lo The Walking Dead se encuentra Bailey, con un colapso mental de tres pares de narices. Se siente que no pertenece a ningún sitio. Está más distanciada de los internos, ya no es la mano derecha del Jefe (ex-jefe) que está a un paso de la jubilación, su pareja está obnubilada por sus estudios de medicina y su pequeño crece demasiado rápido.


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