Escrito por Ángel Castillo Marcos | twitter @acastillomarcos
Cómo deducir la vida de una persona con sólo una mirada
La excentricidad es más tolerable o asumible hoy día y más en Nueva York. No resultan demasiado extraños los métodos de un exinspector de Scotland Yard reconvertido en asesor de la policía. Las tramas de los casos están bien elaboradas aunque son relativamente fáciles de adivinar el final. Realmente lo importante es asistir al show del neurótico Sherlock. El espectador puede tener la tentación de comparar esta serie con la reciente versión británica. No lo hagan. No se trata de elegir. Se pueden disfrutar las dos con perspectivas distintas.
Jonny Lee Miller (Holmes) ha trabajado bien su personaje, tanto gestualmente como con la verborrea habitual que le caracteriza. El mayor logro es que no parezca cómico ni un friki y podamos aceptarlo trabajando inmerso en la investigación de crímenes sin resolver. Lucy Liu por su parte está centrada, con una interpretación más madura y reposada. Transmite el desconcierto e inseguridad que provoca su encuentro con su cliente-paciente, llegando a sentir esa mezcla de atracción e interés por el espectáculo deductivo de Sherlock.
Es interesante el planteamiento de un Holmes mentalmente inestable, hiperactivo y obsesivo con un miedo terrible a aburrirse comparándolo al clásico personaje egocéntrico y pedante cuyo único placer nace de dejar con la boca abierta al personal con su despliegue deductivo y disfrutar para sus adentros del talento propio. Buena adaptación en mi opinión, pero sobretodo por el acierto de la inclusión de Lucy Liu como Watson. Recomendada. En España la podéis ver las noches de los Martes en la cadena Cuatro.
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