"The Walking Dead" - un viejo amigo

Después de un par de episodios de transición en el que todo siguió más o menos igual salvo alguna muerte poco trascendente y una primera toma de contacto entre los dos bandos, llega un capítulo con verdadero contenido. Con "Clear" se cierra un círculo y retomamos una historia que los espectadores estaban con muchas ganas de resolver. Volvemos al origen, al pueblo de Rick.

Tras conseguir repeler a duras penas un sencillo ataque de El Gobernador, el grupo decide no huir como ratas y resistir hasta las últimas consecuencias, lo que no quiere decir dejarse matar. Necesitan un plan, necesitan armas. A Rick se le ocurre montar una expedición a un terreno familiar, donde puede que tenga escondido algún as en la manga. Se lleva consigo a su hijo, al que ya considera lo suficientemente mayor para asumir ciertas responsabilidades y riesgos. Tras un año sufriendo la cara más amarga de la vida ya no queda nada del niño que fue. También los acompaña Michonne, por varios motivos; tienen enemigos comunes, es la mejor guardaespaldas que se puede desear pero también porque no se termina de fiar de ella.

Se encuentran con un pueblo desolado y conquistado por extraños. El viaje sirve para distintos propósitos. Podemos descubrir que la solidaridad altruista ha sido arrancada de raíz de sus almas, que una imagen vale más que mil palabras y muchas cosas, más y que se puede perdonas y comprender a un amigo enajenado, condenado a sobrevivir a un nuevo día por no tener el valor suficiente de acabar con todo y mandar al mundo al carajo.

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